Dominio lingüístico ástur: una historia de grandeza, pero un habla que encoge

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EDUARDO GARCÍA, La Nueva España, 10 de julio de 2011.

Un estudio de la Academia de la Llingua sobre las variantes de la lengua tradicional en Zamora cierra el mapa actual de lo que fue territorio lingüístico común

Desde Gijón a la pequeña localidad zamorana de Villadepera, muy cerca de la frontera con Portugal, hay unos 325 kilómetros. Este pueblo, en el corazón de la comarca de Sayago y casi a las orillas del río Duero, puede ser considerado como uno de los límites más sureños de lo que se conoce como el dominio lingüístico astur (dominiu llungüísticu ástur), una franja geográfica que comprende hoy tres provincias, Asturias, León y Zamora, pero que en su momento se extendía por tierras de Galicia y de Salamanca. La actual franja «come» parte de Portugal, en el entorno de la localidad de Miranda do Douro. Mucha superficie, como corresponde a mucha historia.

Un equipo de la Academia de la Llingua Asturiana, coordinado por los profesores Xosé Lluis García Arias y Xosé Antón González Riaño, acaba de publicar el «Estudiu sociollingüísticu de Zamora», en su área occidental, que es el complemento a un estudio similar realizado en León y a otro aún más reciente sobre el mirandés. «Se cierra el ciclo», señala González Riaño. El estudio, en el que han participado en el trabajo de campo Isabel Hevia, Lorena Frade y María del Mar González Iglesias, aporta claves sociolingüísticas e históricas sobre la lengua asturiana y su implantación en distintos niveles en la provincia zamorana donde pervive un fenómeno sorprendente en el pequeño pueblo de San Ciprián, en la comarca de Sanabria.

San Ciprián es nombrado por Ramón Menéndez Pidal en el libro «El idioma español en sus primeros tiempos». El sabio filólogo del castellano lo denominaba ya en 1942 una «isla lingüística», muy lejana a Asturias, pero donde se hablaba asturiano. Hoy en día, ya en pleno siglo XXI, la castellanización en el habla de San Ciprián es un hecho, pero sus vecinos recuerdan a sus padres y abuelos habituados a las terminaciones del plural en «es» (manzanes, vaques…) o al final en «u» (ver LA NUEVA ESPAÑA del pasado 19 de diciembre).

Hay una línea historicista que explica en parte ese fenómeno como consecuencia de las repoblaciones medievales. Pero, ¿por qué en unas zonas persiste esa asturianización idiomática y en otras no? Mucho más allá en el tiempo de las repoblaciones decretadas por los reyes asturianos y leoneses, hay un mundo. El mundo de los ástures, la tierra común, concretada en unos veinte mil kilómetros cuadrados, cuya mancha actual recorre buena parte de León y la franja más occidental de Zamora. En las similitudes idiomáticas y fonéticas están latentes miles de años de cultura compartida.

Es un territorio al norte del río Duero, pero el propio Menéndez Pidal mencionaba en sus estudios el pueblo de El Payo, al sur de Ciudad Rodrigo. «En El Payo se dice «les gallines», ellos idien (por «decían»), ellos canten (por «cantan»), rasgo desconocido a los pueblos de alrededor», comentaba el historiador.

Cientos de encuestas a pie de casa y camino como quien dice componen este estudio de la Academia de la Llingua. Se parte de una tesis cierta: en León, Zamora y la tierra de Miranda (Portugal) se hablaron y se hablan variantes dialectales de tipo asturiano y leonés, generadas en tierras ástures en lo que se puede denominar dominio lingüístico ástur o astur. En Zamora los antecedentes son evidentes y sólo hace falta echar un vistazo a su Fuero en su versión más antigua que se conoce, en 1289. Parece el fuero de una de las polas asturianas.

De la «nación ástur», por decirlo en términos muy cinematográficos, que se iniciaba en el Cabo Peñas y casi apuntaba a la comarca extremeña de Las Hurdes, quedan aún «estayas» idiomáticas muy visibles. Las analizadas ahora en el estudio zamorano son, de norte a sur, las de Sanabria (donde se asienta el ya referido pueblo de San Ciprián), La Carbayeda, Aliste y Sayago. Se llevaron a cabo encuestas en 61 ámbitos municipales de los 238 que componen la provincia de Zamora, con una población de algo más de 28.000 habitantes. En total fueron realizadas cuatrocientas encuestas. El 95% de los encuestados habían nacido en la provincia de Zamora.

Aquel idioma común ancestral lleva siglos batiéndose en retirada. El castellano puede con todo, una ola que va de Este a Oeste, y que lo ha tenido especialmente fácil allá donde no existe orografía complicada. Con el mapa sobre la mesa, el profesor de la Universidad de Oviedo, Xosé Lluis García Arias, explica el estado de la cuestión:

«La zona donde hay un mayor grado de conservación es la franja que va desde Forniella (Fornela, Bierzo Alto) hasta Sanabria. La zona de La Maragatería es lingüísticamente parecida a la anterior, pero hay que buscar esos rasgos con más atención. Y en la zona de la ribera del Órbigo aún se encuentran algunos elementos lingüísticos» comunes.

El actual dominio lingüístico ástur está ya al Oeste del río Esla «el río de los ástures por antonomasia». Pero el Esla es ya, en este aspecto, río castellano leonés, si utilizamos un término administrativo. La franja leonesa que hoy puede ser considerada frontera lingüística formaría una línea imaginaria -y no tan imaginaria gracias a la actual red de carreteras- que une Boñar, La Vecilla, León capital, y La Bañeza. Puro veraneo asturiano, como se puede comprobar.

El dominio lingüístico ástur gana cuanto más al Oeste nos situemos en ese mapa lingüístico pero no exactamente cuanto más al Norte como podría pensarse. La trama dialéctica es más potente, por ejemplo, en la zona portuguesa de Miranda do Douro, a la misma altura que Zamora capital, que en Astorga, Ponferrada o incluso La Pola de Gordón, casi a las puertas del Pajares.

En todo este mundo lleno de variables fonéticas y sintácticas «hay muchos rasgos lingüísticos que no se explican desde el castellano», dice el profesor Xosé Lluis García Arias. Un mundo en el que hace cientos de años sus habitantes «podrían entenderse en el idioma ástur , en la lengua asturiana», aunque con sus lógicas variantes. «Como hoy se entiende uno de Cuenca y otro de Almería».

Que el idioma asturiano se prolongó tierra adentro de lo que hoy es España es una tesis poco menos que irrebatible y hasta centenaria, defendida por Ramón Menéndez Pidal ya a principios del siglo XX. Es un proceso apasionante pero que muchos han tratado de ningunear o, al menos, relativizar en su importancia. Esa versión histórico-lingüística fue sistematicamente negada en los libros de texto durante mucho tiempo.

En el «Estudiu Sociollingüísticu de Zamora. Estaya occidental» los autores explican el marco histórico: el modelo de llingua ástur fue consolidándose durante la Edad Media gracias, en parte, a la escritura en los centros culturales más importantes de Oviedo y León.

«Esa llingua avanzaba al sur del Duero por tierres de Salamanca y Extremadura en boca de los conquistadores al empar que s´espardía y afitaba´l poder políticu del reinu. pero esi procesu hacia´l sur, con pasos asemeyaos a los daos por Portugal, Castiya, Aragón y cataluña, veríase frayáu al perder Lleón la so independencia y axuntase dafechu a la corona de Castiya en 1230. Pasu ente pasu, cola perda del poder políticu, la llingua románica xenerada mayoritariamente nel País de los Ástures va dir desaniciándose, de mano nes tierres llanes del este, y llueu más al sur y occidente».

La lengua como rehén perpetuo de la política, la cultura condicionada a los vaivenes del poder. Se explica en estas páginas un hecho medieval, pero sirve y encaja como anillo al dedo en los tiempos que corren. Y en los futuros, es de temer.

A la pregunta de cuál es su principal afinidad, los encuestados zamoranos apuntan mayoritariamente a los gallegos (en Sanabria y La Carbayeda) y a los castellanos en Aliste y Sayago, además logicamente de los de su propia provincia. En La Carbayeda, sin embargo, hay un 4,5% de los encuestados que eligen a los asturianos. A la pregunta de si «la manera de hablar de aquí cree usted que se parece a la de alguna zona de Asturias» tan sólo un 14,5% de las respuestas señalan que están «muy de acuerdo» o «de acuerdo». Un 57,5% dicen estar «nada de acuerdo».

Pero lo cierto es que los zamoranos de la franja más occidental de la provincia sienten la singularidad de su habla. El 56% tampoco encuentran semejanzas con el portugués, y más del 62% dicen lo propio del castellano. «Hay un porcentaje no desdeñable de la población encuestada que tiene conciencia de sus peculiaridades lingüísticas», afirma Riaño. «Pero ni en León ni en Zamora hay una política lingüística como sí la hay en Asturias. Por tanto, si no se inicia una política prudente de dignificación, es claro que los rasgos lingüísticos van a ir a menos», a pesar de que casi el 80% de los encuestados no están de acuerdo en que hablar su lengua tradicional sea «hablar mal». Un 62,8% ven su habla tradicional en peligro de desaparecer.

Más de la mitad de los zamoranos encuestados abogan por algún tipo de colaboración en materia lingüística entre Asturias, Zamora y León, sobre todo en Sanabria, mientras que casi un 44% se muestra favorable a la escolarización de la lengua tradicional. La Academia de la Llingua da especial valor a esa demanda de colaboración «porque parece que la población de estos municipios lo reclama», pero con toda la prudencia del mundo. «Intervenir a petición de… Si no sería muy negativo».

Una de las conclusiones del estudio es que «la unidá llingüística entre la fala tradicional y l´asturianu percíbela un porcentax significativu, aunque minoritariu, de la población zamorano». Tal conciencia de unidad es percibida por el diez por ciento de los encuestados. «Hay en Zamora reacción de conciencia lingüística por parte de sectores jóvenes ilustrados», señala González Riaño.

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