NUEVU LLIBRU DE ROBERTO GONZÁLEZ-QUEVEDO

«El pasado es, en cierto modo, un adjetivo del presente»

Es la patria de los guerreros Alog y Chamaurén, una tierra épica surcada por los ríos Sile y Nara y que se extiende entre la Tierra de los Osos, el nublado mar y el templo de Inis Aión… Se trata de Pesicia, alegórico país, envés mítico de la Asturias y el León occidentales, un mundo forjado por el escritor y lingüista Roberto González-Quevedo en varios de sus títulos anteriores pero que ahora, en Hestoria de la l.literatura primera en Pesicia (Trabe), despliega con cien detalles sugerentes. Un gran ejercicio de ficción, en leonés, con la que el colaborador del Diario cumple «un anhelo personal muy arraigado».

—¿Cómo surgió la idea de componer esta ‘Hestoria’?

—Surgió hace mucho tiempo el deseo y la idea de construir, de forma fabulada, una historia de la literatura en nuestra lengua autóctona. Siempre que escribo trato de ensayar nuevos caminos y horizontes. Hace unos dos años me pareció que era el momento de concretar esa antigua idea de una historia literaria de la literatura y de ahí nació esta obra: la literatura en Pesicia, la tierra de los antiguos pésicos.

—¿De qué necesidad nace?

—No lo había pensado, pero sí es cierto que nace de una necesidad propia. Reflexionando sobre ello, creo que el primer motivo fue la fascinación que en mí produjo el primer libro que estudié de historia de la literatura cuando era un estudiante adolescente en León. Aunque después no fue esa mi especialidad académica, no hay duda de que aquella fue la asignatura que más me impresionó. El encanto que descubrí entonces continúa siendo una experiencia personal que se ha ido consolidando. De hecho, colecciono textos de historias de literatura, tanto antiguos como contemporáneos. Me atrae la retórica de esos textos, el desarrollo del espíritu estético, la dialéctica de las etapas a la hora expresar el mundo desde la belleza.

—En ella encontramos nombres que nos suenan de otros títulos anteriores, de su particular mundo literario. ¿Es este libro una extensión, una ampliación de ese universo?

—Claro, es cierto. De hecho, los primeros textos (Pol sendeiru la nueite) están ya escritos en una clave de recuperación fabulada del pasado según la evolución del canon literario. Es un mundo fantástico y simbólico con el que comencé a escribir y que ahora intento llevar a su máxima expresión dentro de mis posibilidades. Es la literatura que surge en mí de manera más, diríamos, ‘natural’. Por eso reaparecen en esta obra esos otros personajes y símbolos de los escritos anteriores.

—Estamos ante una obra de ficción, pero, ¿mantiene ciertos ‘anclajes’ históricos?

—En la obra hay unas referencias y un marco general que están asentados en tópicos de la historia y la prehistoria, como la cuestión de las tribus occidentales astures y su relación con la Roma imperial. Pero eso es sólo un marco de referencia y con este libro no pretendo avalar ni refutar ninguna hipótesis historiográfica. De antemano acepto cualquier precisión del historiador. Pero junto a la ciencia histórica está la reinterpretación del tiempo pasado que hace toda sociedad según los valores del presente. El pasado es, en cierto modo, sólo un adjetivo del presente. Lo que escribo ahora es una reinterpretación literaria y con fines sólo literarios.

—¿Tiene conocimiento de otros ejercicios literarios similares? ¿Se ha alimentado de alguno de ellos?

—Sí, hay autores que han desarrollado ficciones recreando la historia y la literatura. Evidentemente no me refiero a los autores de novela histórica, sino a escritores como Marcel Schwob en Vidas imaginarias. En el ámbito de la literatura en castellano, Schwob, que vivió en el siglo XIX, ha influido mucho en excelentes autores sudamericanos como Borges o Roberto Bolaño. Además, tengo la suerte de haber estudiado muy a fondo el griego y el latín y de conocer bien las literaturas clásicas griega y romana, así como la helenística. El lector encontrará en esta obra mía un homenaje, pequeño y humilde, al mundo grecolatino y un eco del mismo.

—¿Cómo se imagina a aquellos antiguos pésicos?

—Presento a los pésicos no como un pueblo muy atrasado respecto a Roma, sino como una sociedad con un alto grado de desarrollo y de civilización. Así, cuando unos romanos, para acudir a las brujas de un templo, se acercan en su barco a Pesicia desde Britania, quedan sorprendidos de la sociedad sofisticada y desarrollada que encuentran. Roma impuso su gran poder, pero no carecían de valor las culturas que dominaron.

—¿Cómo valora el vigor actual de la literatura escrita en asturleonés occidental?

—Si tenemos en cuenta las inmensas dificultades con que se encuentra, hay que valorar muy positivamente lo que se ha hecho en los últimos años. Cuando empezamos a escribir, hace ya unas décadas, había muy pocos modelos, muy pocos cimientos en los que asentarse. Ahora ya hay una cierta tradición de literatura no costumbrista, tanto en el campo de la narración y de la poesía como en el teatro. Al margen de las modas esporádicas, creo que se están construyendo las bases para que esta literatura pueda en el futuro seguir creciendo y calando en la sociedad.

—¿Qué planes tiene, desde el punto de vista literario, para el futuro?

—Para un futuro no inmediato tengo el proyecto de escribir la Hestoria de la segunda l.literatura en Pesicia. En este caso se trata de empezar por el estudio de la época medieval y seguir hasta nuestros días, es decir, hasta el siglo XXI.

 

Fuente:

http://www.diariodeleon.es/m/noticias/cultura/el-pasado-es-cierto-modo-adjetivo-presente_906407.html

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