Las hijas de Alfonso VI
No se puede decir que Alfonso VI de León (1065-1109) tuviera una descendencia muy numerosa, aunque resulta llamativo que en este aspecto tuviera más fortuna con las amantes que con las cinco esposas legales con las que desposó. De éstas últimas parece que sólo tuvo suerte con Constanza de Borgoña, que era familia directa de los reyes de Francia, y con quien estuvo casado desde 1079 ó 1080 hasta su muerte en 1093. Fruto de este matrimonio nacería Urraca, que con el tiempo llegaría a ser la heredera del reino (1109-1126).
De su amante o concubina Jimena Muñiz (una noble de posible origen berciano), Alfonso tuvo dos hijas: Elvira y Teresa. La primera, mal apellidada “de Castilla”, tuvo una vida bastante ajetreada e interesante, ya que pudo haber reinado en Jerusalén junto a su marido Raimundo de Tolosa en el año 1099, si bien ambos renunciaron al trono en favor del famoso Godofredo de Bouillon (quien rechazó el título real y sólo aceptó el de “Guardián del Santo Sepulcro”).
Pero la Elvira de la que nos vamos a ocupar no fue ésta, sino otra hija que tuvo con Zaida o Isabel, su segunda amante conocida. Zaida era la nuera de al-Mutamid, el rey de la taifa de Sevilla, y había enviudado en 1091 cuando su marido fue asesinado por los invasores almorávides. Buscó refugio en la corte de Alfonso VI, quien se enamoró perdidamente de ella. Zaida se bautizó y recibió el nombre de Isabel, lo que complica mucho las cosas a los medievalistas, pues también se llamaba Isabel la cuarta y penúltima esposa del rey leonés, con quien estuvo casado de 1100 a 1107. En cualquier caso, la Isabel mora le dio el que sería su único hijo varón, Sancho, que fue declarado heredero del trono, pero que por desgracia para el reino falleció siendo apenas un adolescente en la batalla de Uclés (1108).
Isabel (o Zaida) también pudo haberle dado dos hijas: Elvira (no confundir con la mencionada anteriormente) y Sancha. Algunos historiadores, ateniéndose a dos documentos (nº 185 y 187 de la Colección Diplomática de “Alfonso VI: cancillería, curia e Imperio”, de Andrés Gambra), rechazan que fuera Zaida la madre de estas dos infantas y aseguran que la verdadera fue Isabel, la esposa legal. Los hay quienes incluso defienden que las dos isabeles fueron en realidad una misma persona, pero como suele ocurrir ante la falta de documentación, nunca lo sabremos con certeza. Parece razonable que fueran hijas de la reina legal, ya que es extraña la repetición del nombre de Elvira en dos hijas fruto de relaciones extramatrimoniales. Recordemos que Alfonso lo hacía en honor a su hermana homónima, y que ya había hecho lo propio con su otra hermana, Urraca, bautizando con ese nombre a su primera hija legítima. Por otra parte, Sancha fue llamada así en honor a la madre del rey leonés.
Roger II de Sicilia
Sea como fuere, esta última Elvira fue dada en matrimonio a Roger (o Rogelio) II en 1117, quien desde 1112 era el conde de Sicilia. De origen normando, Roger había comenzado su gobierno con 16 años, y se mostraba muy tolerante con la cultura musulmana que hasta hacía pocos años había dominado la isla. Su matrimonio con Elvira de León debió aumentar esta tendencia, sobre todo si tal y como parece ella era hija de una noble musulmana y de un rey que se intitulaba “Emperador de toda Hispania” y “Emperador de las Dos Religiones”.
La corte de Roger II y Elvira vivía al estilo musulmán, lo que provocó que sus enemigos lo consideraran “medio pagano”. Sin embargo, Roger invadió la parte sur de la península italiana, y fue reconocido y coronado como rey en 1130 en Palermo por el antipapa Anacleto II, y más tarde por el papa Inocencio II, con lo que nació así el reino de Sicilia.
Roger fue un rey muy avanzado para su tiempo, pues promulgó en 1140 una serie de edictos que le otorgaban un poder casi absoluto, al estilo de los emperadores bizantinos, pero que también permitían la libertad de culto y de lengua. Promovió la cultura, y en su corte estuvo como protegido el ceutí al-Idrisi, el cartógrafo ceutí que elaboró en su honor la famosa Tabula Rogeriana (“Tabla de Roger”), el mejor mapamundi de la época.
El rey siciliano equipó una gran flota con la que conquistó el norte de África desde Argelia hasta Trípoli. Con estos barcos dominó el Mediterráneo, llegando hasta Constantinopla, Atenas y Alejandría.
Un matrimonio bien avenido
Volviendo a Elvira de León, su mujer, ésta debió nacer en torno al año 1100, por lo que en el año de su matrimonio con Roger debía contar unos 17 años frente a los 22 de su marido. Esta boda nos habla de la gran visión política que tenía Alfonso VI, pues como hemos visto Roger II demostró tiempo después ser uno de los principales personajes de la Europa de la época. A pesar de la intensa actividad bélica de su marido, Elvira le dio varios hijos varones, aunque la mayoría murieron antes que su padre: Roger (fallecido en 1148), Tancredo (†1138), Alfonso (†1144), Guillermo (†1166) y Enrique (†1145). Es evidente que el tercer hijo recibió su nombre en recuerdo de su abuelo leonés, aunque como vemos sólo Guillermo sobrevivió a Roger II, por lo que fue declarado su sucesor a la muerte de éste en 1154.
La real pareja destacó por el amor mutuo que se profesaban, si bien ello no impidió que Roger tuviera varios hijos bastardos con mujeres de su harén, quienes oficialmente figuraban en su corte como tejedoras de seda para evitar escándalos. Y es que el palacio estaba imbuido en la cultura musulmana, lo que no debió resultar extraño en absoluto a la princesa leonesa, quien había pasado su niñez y su primera juventud en una corte tan tolerante como fue la de Alfonso VI.
Según las crónicas, fue una pareja feliz. Ambos contrajeron una grave enfermedad infecciosa en 1135, y si bien Roger pudo superarla, Elvira falleció ese mismo año, tras dieciocho años de matrimonio. El rey se sumió en la desesperación y se encerró durante días enteros en sus aposentos, lo que hizo correr el rumor de que él también había muerto. Tardó mucho en superar esta depresión, y sólo se volvió a casar en 1149, es decir, quince años después de haber enviudado.
Elvira fue enterrada en la iglesia de Santa María Magdalena, en Palermo, aunque la localización de su tumba se ha perdido durante las sucesivas restauraciones y modificaciones de la iglesia.
Como hemos dicho, Roger II fue sucedido por un hijo de ambos, Guillermo I (1154-1166), con lo que otro nieto de Alfonso VI ciñó corona real, al igual que había ocurrido en León con Alfonso VII (1126-1157).