La Ley de Patrimonio Cultural de Castilla y León señala que integran el patrimonio lingüístico autonómico las diferentes lenguas, hablas, variedades dialectales y modalidades lingüísticas utilizadas en la Comunidad
En 1947 el sacerdote Luis López Santos manifestaba lo siguiente en su reseña de la segunda edición de la obra El dialecto vulgar leonés hablado en Maragatería y Tierra de Astorga, de Santiago Alonso Garrote: «Los leoneses estamos intensamente enamorados de lo nuestro, de lo típico y tradicional en la región. Sin embargo, no suele ocurrir esto con las modalidades dialectales, que son lo más entrañablemente nuestro, como si molestase que en León no se haya hablado siempre un puro castellano. Hasta creo que tal punto de vista ha sido defendido por escritores provistos de buenísima intención. Por fortuna esta es la señal más elocuente de la incorporación del reino de León al alma de España. Pero es preciso insistir sobre lo equivocado de una postura, no sólo —claro es— anticientífica, sino también antirregional. La personalidad regional reciamente diferenciada, suele ir unida a una peculiaridad lingüística, que se debe cultivar, sin mengua del ensamblaje a la unidad superior de la patria».
Ciertamente, en León el patrimonio lingüístico autóctono no ha sido valorado hasta fechas relativamente recientes, y eso a pesar de la importante riqueza idiomática de que es depositario el solar leonés donde confluyen tres dominios lingüísticos romances: el castellano, el gallego y el leonés.
El antropólogo Julio Caro Baroja, que dedicó sustanciosos trabajos a determinados elementos de nuestra cultura popular, ya advirtió que la provincia de León era, desde una perspectiva etnológica y lingüística, de las más curiosas de España, aunque este hecho suele pasar bastante desapercibido para propios y extraños a pesar de que desde 2007 el Estatuto de Autonomía de Castilla y León reconoce en su artículo cinco la existencia de nuestras tres lenguas, prescribiendo además su promoción. El gallego, hablado en las tierras más occidentales de la provincia, fue la lengua de los primeros escritores leoneses de nombre conocido y el idioma en el que se educaron varios reyes de León. El castellano, la lengua materna de la inmensa mayoría de la población leonesa y única oficial, llegó a León a partir del siglo XIII y es hoy uno de los más importantes activos de nuestra cultura y vehículo de expresión de algunos de los mejores escritores actuales del ámbito hispanohablante. Por último, el leonés, la lengua autóctona del territorio que sobrevive a duras penas en parte del occidente leonés, es la más amenazada de las tres.
En el planeta se hablan entorno a seis mil lenguas diferentes, y en el León del siglo XXI tenemos el privilegio de poder exhibir una pequeña muestra de pluralidad idiomática como ocurre en numerosos puntos del ancho mundo. A pesar de esto, el desconocimiento del patrimonio lingüístico leonés y la persistencia de los prejuicios lingüísticos frente a nuestras lenguas minoritarias condicionan de manera notable sus posibilidades de subsistencia.
Entendimiento
Un prejuicio bastante generalizado es que la variedad de lenguas favorece el distanciamiento entre semejantes, y que es necesario limitar, desincentivar el uso o eliminar las lenguas menos habladas en aras al mejor entendimiento y comunicación de las personas, todo ello con argumentos diversos. Históricamente también han prevalecido ideologías que han propugnado la supremacía de determinadas religiones, etnias u opiniones políticas, y basta tener presente o recordar las atrocidades que perpetra el Estado Islámico en nombre de un dios, el racismo institucional de la Sudáfrica del apartheid o el destino de los opositores políticos en el régimen totalitario de Corea del Norte para ver ejemplos extremos de adonde puede llevar la defensa de la uniformidad social. La diversidad lingüística es algo consustancial al ser humano y un reflejo más de una pluralidad cultural enriquecedora. Si la Humanidad ha conseguido trabajosamente ir superando atávicos prejuicios religiosos, étnicos y políticos, también es posible, incluso en León, avanzar en el terreno de la tolerancia y respeto hacia las lenguas menos favorecidas y sus hablantes, algo que ya defendía en 1926 otro sacerdote, el asturiano Galo Fernández, quien en aquel año decía a su amigo Casimiro Cienfuegos sobre el idioma leonés « (…) ensalza cuanto puedas el lenguaje del viejo reino que llevó todo el peso de la reconquista en sus comienzos; fueron largos en facellas y cortos en contallas, ¿no es así el viejo texto? », recomendación que desarrollaremos en varias entregas de esta sección.
Artículo original de Nicolás Bartolomé Pérez
http://www.diariodeleon.es/noticias/revista/nuestras-lenguas_1003054.html