El 90% de la arquitectura popular leonesa más valiosa ya no existe

EMILIO GANCEDO. Diario de León 31/3/2004

Hasta finales de los años ochenta y primera mitad de los noventa sólo era posible estudiar la historia completa de la arquitectura popular española en un único rincón de la Península: en León. Como si de un libro abierto y vivo se tratara, los «eslabones perdidos» en la cadena de esta peculiar evolución —que en otros sitios se habían perdido para siempre—, persistían aquí gracias al aislamiento secular.
Precisamente en aquellos años la Diputación encargó al arquitecto madrileño José Luis García Grinda y a su equipo la redacción de un gran compendio sobre arquitectura tradicional leonesa que hoy en día (aún se vende) sigue siendo la más completa y valiosa herramienta para entender este patrimonio de cuyo valor no parece darse cuenta sino muy poca gente. En el libro se ve cómo se van concatenando, a veces en los mismos pueblos, una sucesión de avances arquitectónicos a partir de bases antiquísimas. Desde la palloza de planta ovalada y bordes redondeados (considerada de origen prerromano) y techo cónico, pasando por la casa de forca u horcón de Riaño, estrechamente emparentadas con aquéllas, y que ya adoptan las esquinas rectas, a híbridos entre casas de teito o de techo con patín exterior y tejado de paja; hasta desembocar en las casas de losa de la zona occidental, las de corredor de la montaña oriental y las casas agrarias de adobe, tapial y solana de las vegas leonesas.
Pues bien, muchos de los edificios que aparecen en aquella obra no existen ya hoy, y de los más valiosos ejemplares (los de techumbre vegetal, llamados en León de techo —Montaña—; de sobera —Tierras de Astorga— y de teito o teitu —Bierzo, Laciana, Omaña—) han desaparecido en un 90% a lo largo de poco más de una década. El propio José Luis García Grinda dice que hoy en día no quedan sino «unos pocos ejemplares o restos de los cientos que había antes». ¿Quién tiene la culpa del destrozo de un patrimonio único en el mundo del que seguramente se habría sacado un gran partido económico de estar situado en cualquier otra región?
La desidia, la ignorancia, los embalses y, sobre todo, la falta de percepción de estos elementos como parte importantísima de la identidad de una sociedad, apunta Grinda, son los causantes de que en unos cuantos años se nos hayan ido conjuntos enteros de gran valor. Pero aún queda ejemplares que salvar y que podrían reportar benefi cio económico a los pueblos en ellos situados como atracción de un turismo cultural en creciente auge. Las soluciones, según este arquitecto, pasan por la creación de planes integrales desde las instituciones mediante los que rehabilitar núcleos que sirvan de ejemplo a pueblos vecinos, así como potenciar los ofi cios tradicionales de construcción (teitadores, carpinteros, canteros) para que rehabilitar «no sea tan caro».

La protección institucional existe, pero de forma demasiado puntual
Al hablar de arquitectura tradicional en León, la imagen tópica que nos viene a la cabeza es la de las pallozas de Ancares. Tanto ellas como los hórreos están, en teoría, protegidos por la Junta, pero no hay planes integrales de conjunto que velen por su cuidado y puesta en valor. El Instituto Leonés de Cultura incluía en su pasado ejercicio ayudas puntuales a la rehabilitación de estos edifi cios. Por eso, si pequeño es el esfuerzo institucional para salvaguardar lo más típico, inexistente es el que vela por el resto. Porque también, y muy valiosa, es la arquitectura del barro de las vegas y páramos leoneses, la de piedra, tapial y losa de la hoya y montañas del Bierzo, los chozos de pastor cónicos de la Montaña Central y Oriental, la arquitectura de las brañas, los hórreos a dos aguas que son casi únicos de León, las cuadraspajar, los molinos o las ferrerías, sin entrar ya en arquitecturas cultas y religiosas como palacios, ermitas, iglesias y monasterios. El círculo vicioso que incluye la no rehabilitación por su elevado coste, y la falta de especialistas porque nadie quiere rehabilitar, tendría que ser roto en algún punto, según Grinda, por instituciones, fundaciones o asociaciones que demostraran la viabilidad económica de estos conjuntos. El ejemplo de otras regiones y países podría ser decisivo para convertir a estas arquitecturas en casas rurales, albergues jacobeos, ecomuseos o simplemente, en cómodas viviendas.
Cuatro soluciones
La Cabrera
En Forna se llevó a cabo uno de los escasísimos planes integrales ejecutados por la Diputación para salvar una arquitectura
única. En Villar del Monte está próxima la recuperación de su calle principal. La despoblación sigue estando en la base de los problemas para la puesta en valor de esta zona.
Maragatos
Una comarca en la que las iniciativas municipal y privada, aunadas, han proporcionado los mejores resultados: es una de las zonas más conocidas de León por sus casas arrieras; a lo que se une y ayuda también la siempre importante gastronomía, el folklore y las buenas comunicaciones.
Otras regiones
En Cantabria y Asturias hay pueblos en los que los municipios y el gobierno autónomo se han volcado hasta convertirlos en pequeñas maravillas donde nada desentona y que son visitados por miles de turistas cada año. Así pasa en Bárcena Mayor, Carmona, Cudillero, Taramundi…
Europa
Muy parecida a las arquitecturas de teito de León son los cottages irlandeses. Se cuidan con mimo ya que la gente los considera el símbolo del país. A muchos se les dio una salida económica en forma de bed & breakfast donde se alberga
a la gente que recorre Irlanda. En Francia también hay una red de molinos con hospedaje.
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